Cuando surge el dolor lumbar es normal buscar alivio. El frío y el calor se han utilizado tradicionalmente para reducir este tipo de molestias, pero concretamente, para el dolor lumbar ¿es mejor frío o calor?
Ambos métodos, la terapia de frío y el calor, pueden ser eficaces, pero su elección depende del tipo de dolor y del momento en el que se aplique cada terapia. Conocer estas diferencias puede ayudarte a elegir el mejor método para reducir el malestar de manera eficaz.
Índice
¿Qué es mejor para el dolor lumbar, frío o calor?
El dolor lumbar puede tener diferentes causas, como en el caso de una lumbalgia o una hernia discal. El frío y el calor cumplen funciones terapéuticas distintas, y elegir la técnica correcta depende de cada situación.
Así, la terapia de frío es especialmente efectiva en casos de dolor lumbar agudo, ya que reduce la inflamación y calma la zona afectada. En cambio, el calor es ideal para aliviar los músculos tensos en casos de dolor crónico, facilitando el flujo sanguíneo y relajando la zona.
Frío para el dolor lumbar: ¿cuándo usarlo?
La terapia de frío es especialmente útil en las primeras 24 a 48 horas después de un episodio de dolor lumbar agudo cuando queremos mitigar el dolor lumbar en momentos de inflamación intensa.
Al aplicar frío sobre la zona afectada se reduce la inflamación y baja la temperatura de los tejidos, disminuyendo así la activación de los nervios y, con ello, el dolor y la sensación de hinchazón.
Para aplicar frío, podemos utilizar bolsas de gel o hielo envueltas en una toalla, o bien toallas frías. Al igual que el calor, el frío se debe administrar en intervalos de 15 a 20 minutos para prevenir quemaduras y permitir un enfriamiento seguro de la zona afectada.
¿Cuándo es mejor el calor para el dolor de espalda?
Por otro lado, aplicar calor es beneficioso cuando el dolor lumbar no está asociado con una inflamación aguda, sino que se trata de dolor lumbar crónico.
Al contrario que el frío, el calor para el dolor de espalda incrementa el flujo sanguíneo y relaja los músculos tensos, lo que alivia el dolor. Al subir la temperatura de la zona conseguimos aliviar la tensión acumulada, facilitando la movilidad y reduciendo la sensación de incomodidad. Para dolores musculares, espasmos, molestias prolongadas o para aquellos dolores persistentes sin inflamación activa, el calor es una herramienta excelente.
La administración del calor puede realizarse con almohadillas y mantas térmicas, botellas de agua caliente o saquitos de semillas, alternando intervalos de 15 a 20 minutos para evitar quemaduras. También es efectivo un baño de agua tibia que relaje toda la zona lumbar.
Frío y calor para la lumbalgia: la combinación de ambas terapias
Alternar frío y calor puede ser efectivo en ciertos casos de dolor lumbar. Esta técnica, conocida como “terapia de contraste”, consiste en aplicar frío para reducir la inflamación y, posteriormente, calor para relajar los músculos.
La combinación ayuda a calmar el dolor y estimular la circulación, beneficiando especialmente a aquellos que sufren dolor lumbar de forma intermitente. Por lo tanto, alternar frío y calor puede ser útil en ciertos casos. En última instancia, la decisión depende de cada persona y del momento del dolor.
Importancia de la actividad física en el dolor lumbar
Además de explicar si para el dolor lumbar es mejor frío o calor, conviene recordar que es fundamental mantener una actividad física moderada para fortalecer los músculos de la espalda y prevenir nuevos episodios de dolor lumbar.
Ejercicios de estiramiento, fortalecimiento y movilidad son clave para un tratamiento integral del dolor lumbar. En cambio, el reposo absoluto es contraproducente, ya que conlleva un desacondicionamiento de la musculatura de la espalda.
¿Cómo aliviar el dolor lumbar?
La terapia de calor y frío es útil para aliviar, en parte, el dolor lumbar, pero no aborda la causa que lo provoca.
Si se trata de una hernia discal, la inflamación provocada por la rotura del disco suele disminuir por sí sola en unas semanas, aliviando gradualmente el dolor. Durante este tiempo, los traumatólogos recomendamos tratamientos conservadores adicionales, como medicamentos antiinflamatorios, fisioterapia y ejercicios específicos que contribuyen a reducir las molestias y a fortalecer la zona afectada.
En los casos en los que los tratamientos conservadores no logran resultados y el dolor se vuelve crónico, se valoran opciones quirúrgicas. La microdiscectomía es una de las cirugías más comunes para las hernias discales, donde se retira el disco dañado. No obstante, es una intervención invasiva, lo cual implica un tiempo de recuperación prolongado.
Por otro lado, también contamos con la cirugía endoscópica de columna, que es una opción menos invasiva, que permite resolver la hernia sin apenas molestias y con una rápida recuperación: en solo seis horas después de la intervención, el paciente puede salir del hospital sin necesidad de ingreso o baja laboral.
Esta técnica requiere un entrenamiento especializado y equipo avanzado que aún no está disponible en todos los hospitales, y que solo unos pocos especialistas en cirugía de espalda podemos llevarla a cabo con éxito.